domingo, 24 de junio de 2007

Vuestro abuelo

Queridos hijos:

Como esta bitácora va a ser a largo plazo, me planteo proyectos –si bien humildes- a largo plazo con ella.
Algo de lo que habré de hablar es de recuperar cierta memoria. Memoria de familia. Veréis. Papá se crió en la misma casa donde había tres generaciones, y con mucho contacto con todos mis tíos y primos, con mi otra abuela (a mi otro abuelo, el que se llamaba como yo), etc. Siempre fuimos y somos, a Dios gracias, una familia muy unida.
Vuestro abuelo es un anciano ya. No te puedes imaginar al principio, querida I, cómo te quería tu abuelo y lo mucho que se volcaba contigo cuando íbamos a España o cuando venían tus abuelos a vernos. Contigo, Y, también. ¡Qué orgullo de abuelo destilaba tu abuelito cuando estaba contigo! A ti, J, sólo ha podido verte una vez. Pero no sabes lo mucho que te quiere también.
Tenéis la suerte de criaros al lado de vuestros otros abuelitos. Y no tenéis la suerte de tener todo el contacto que yo querría con vuestros otros abuelos. Por eso os quiero hablar un poquito de él.
Vuestro abuelo es un hombre sólido, una roca de la familia. Así ha sido siempre. A veces un poco hosco, pero cuando seáis mayores aquí en el norte de España a veces somos un poco así, secos. Pero, ¡vive Dios!, que no era seco con vosotros. Con los nietos perdía cualquier atisbo de sequedad. ¡Cómo ha sufrido con la separación de mamá y papá! ¡Cómo ha sufrido no pudiéndoos ver! Pero os quiere y nunca ha dejado de rezar el Rosario sin teneros en sus intenciones.
Poco a poco os iré contando cosas de vuestro abuelo. Y anécdotas muy sabrosas. Un hombre de estirpe castellana, muy romano, grave. Adornado incluso de cierta serenitas. Siempre cabal. Siempre sabio. Ese es vuestro abuelo.
Os bendigo esta noche una vez más, y me imagino que os conté esto al lado del fuego en esta noche fresca.
Os quiere mucho,

Papá

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