lunes, 9 de julio de 2007

Con criminales

Queridos hijos:

En esta última visita a Francia he tenido que sufrir la compañía de gentes con la que no hubiera querido verme mezclado. En el centro donde, digámoslo claro: gracias a las falsas denuncias de vuestra madre hacia mí, tengo que veros me encontré con otros padres (y madres) quienes tenemos que ver a los hijos en estas condiciones tan horrorosas para quienes no somos culpables de nada.
Ver a hombres con tatuajes propios de ex-presidiarios, a alguno con heridas por arma blanca en la cara o a otro con heridas de bala en el brazo no me hizo ninguna gracia. Pero mucho menos me lo hizo, hijos míos, que vosotros tengáis que exponeros a una situación así. Espero, quiero pensar, que no os disteis mucha cuenta de esto. Pero tampoco me gusta, siquiera, que tengáis que exponeros visualmente a estas cosas. Ya tuvisteis mucho que ver con el hecho de un padre comportándose mal con su compañera o ex mujer, y os quedasteis mirando aquellos dos pobres niños llorar desconsoladamente. Me partía el alma.
Me partió el alma la niña S, que se acercó a vosotros para jugar, escapando un poco de sus padres. Me sorprendió que una criatura con 6 años pudiera haber desarrollado estas estrategias de supervivencia. Pero yo os garantizo que ni vuestro padre ni vuestra madre han hecho este tipo de cosas. Mamá se ha equivocado grandemente al acusarme falsamente de lo que me ha acusado, pero no me cabe la menor duda de que os quiere mucho y está dispuesta a ir al fin del mundo por vosotros. No sé si ella es consciente de las consecuencias de sus actos. A menudo pienso que no, o no del todo. Pero vuestra madre os quiere. Y yo también os quiero.
Cuando seáis mayores y podáis mirar en retrospectiva estas cosas, tened en cuenta estas líneas, todavía escritas con estas vivencias martilleándome el alma.
Hay compañías que no me gustan. Y no me gustan porque algunas de estas compañías son contrarias a la práctica de la virtud, que tanto os intento inculcar. “A fuerza de verlo todo acaba uno por acostumbrarse a todo”, decía San Agustín. Pues eso, que hay cosas a las que de ninguna manera quiero ni que os acostumbréis ni que empecéis a verlas como normales.
Os quiere muchísimo y os bendice una vez más,

vuestro padre

No hay comentarios: