domingo, 2 de septiembre de 2007

Goleada de 3-0

Queridos hijos:

Ayer llamó un amigo de papá a quien aprecio y quiero muchísimo y que está en mi misma y triste situación: la de ser un padre separado (y huérfano de sus hijos) muy a su pesar.
Lleva mi amigo más de cuatro años en esta situación y sus hijos –ya mayores-, que han sido infectados contra él por su madre, apenas le hablan. El caso es que ayer hubo una crisis “familiar” con los hijos de mi amigo y su madre, y acabaron en el hospital, con uno de los hijos con una crisis de ansiedad. Afortunadamente fue sólo eso y nada más. Y, en ese momento de crisis, cuando se vieron con algo que se les venía encima, llamaron a su padre. Mi amigo, el padre de ellos, acudió raudo al hospital y con un comportamiento exquisito, sin una sola palabra más alta que otra, le metió un gol a cada uno de sus dos hijos y otro, y por la escuadra, a su exmujer, quien tantísimo ha realizado para perjudicarle a él.
Se vio ayer lo que todos sabíamos: que su exmujer ha realizado un pésimo papel como madre, y no sólo por haber enfrentado a los hijos contra el padre. También que uno de los hijos, henchido de orgullo él, necesitaba una cura de humildad que ayer recibió. Y que el otro hijo, también ayer, reconoció implícitamente que su padre no era en absoluto el malo de la película, sino que su madre estaba y continuaba estando gravemente yerrada.
Goleada por 3-0, hijos míos. Han pasado muchos años para que mi amigo tuviera esta suerte de poder darse cuenta de todo esto, de palpar que no era él quien iba equivocado. Han sido muchos años de sufrimiento. Muchos ratos regados con lágrimas. Ha sido un martirio en toda regla, aunque no haya habido efusión de sangre. Su exmujer empieza a cocerse a sí misma en sus odios, sus indiferencias y sus insensateces. Y sus hijos, hartos ya de tantos odios, tantas indiferencias, no menos insensateces y no poca inmadurez, empiezan a poner a su padre en su lugar.
Os cuento esto porque en el caso de mi amigo y en el nuestro hay más de uno y más de dos paralelos.
Yo sé que me quedan muchos años de sufrimiento por vosotros. Muchas soledades amargas. Mucha sed de vosotros apenas atemperada por las lágrimas. Sé que el camino sin vosotros no va a ser fácil. Pero si al final nos reencontramos todos, sin obstáculos ni barreras, habrá sido un camino que mereció la pena recorrer. Habrá sido no una goleada de 3-0, sino una de 7-0.
Os quiere,

Papá

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